dimarts, 9 d’agost del 2016

Les retallades

Ara que tothom parla de retallades, és un bon moment per dir que sí, que en el món del swing i del ball també les patim. I la culpa, és clar, la tenen els condemnats DJs que, amb la seva particular Audacity, agafen un tema d’aquells que tant ens agrada i, amb un cop de tisora per aquí i un altre de ribot per allà, el deixen que no el coneix ni sa mare. I l’hem de ballar retallat, és clar. És lícita aquesta mena d’operació quirúrgica?

El darrer article d’en Donca publicat al blog (Los perfiles del hopper y la música) obre la porta al tema: «Tengo una versión recortada del Blue Rondó A La Turk [...] que sólo oso pinchar si toooodos los bailarines están controlados y son, o muy buenos, o muy conocidos», diu. Llegiu-ho, llegiu-ho, perquè detalla prou bé com s’ho treballa.

Tots ho hem fet, alguna vegada, això de retallar cançons, oi? Qui estigui lliure de culpa, que tiri la primera pedra, que deia aquell. O és que ho fem i no en tenim cap, de sentit de culpa? Al contrari: ens sembla que estem fent un favor. Als balladors? Als músics? No ho fan els directors de teatre, que fins i tot s'atreveixen amb Shakespeare?

La versió de Shake That Thing de Preservation Hall Jazz Band dura 6:29 i ens sembla que és massa. Per què no la reduïm a 3:39 i matem dos o tres solos inacabables? Vegeu-ne l'exemple, amb el punt del tall a 2:59.



Passa el mateix amb el Mr. Gentle and Mr. Cool de Ken Peplowski. És tan bo, el tema! Però dura 7 minuts i 28 segons! Ens el fotran per barret! Cop d’Audacity i ja la tenim a 3:38. Tothom content. Realment tothom està content? El pobre Ken Peplowski també?

En canvi amb el Blues My Naughty... de Sidney Bechet no ens hi atrevim tot i els seus 5:40 i els seus chorus més aviat repetitius. És perquè es tracta de Bechet o perquè la peça és molt coneguda en la versió original? Potser és pel fet que, malgrat ser molt repetitiva, el tempo permet aguantar els quasi sis minuts i la qualitat musical dels intèrprets fa que sempre hi hagi algun element, a vegades molt subtil, que aporta novetat i idees per a ballar?

I les introduccions? Maleïdes introduccions! L’ad libitum inicial del Joseph Joseph de Gig Street dura 55 segons i els balladors se’ns impacienten? Doncs, vinga: fora introducció i... a ballar! O els 29 segons del magnífic clarinet d’en Juli Aymí que introdueixen el Bei Mir Bist Du Shein de Doc Scanlon's Cool Cat Combo. Ni mig minut no aguantem!

Són uns quants exemples reals, que hem sentit alguna vegada a la Cava de Terrassa i dels quals ens fem responsables. Per tant, confessem –ben dignament– que de tant en tant retallem alguna peça per afavorir el ritme de la ballada. L’operació, val a dir-ho, és molt ocasional i procurem fer-la sempre amb un bisturí de precisió, de manera que la cicatriu pràcticament no es noti. Una autojustificació? Potser sí. Ep, i tenim sempre a punt les dues versions, és clar, que a vegades ens convé punxar el tema complet i d’altres preferim la versió manipulada. És que som tan meticulosos! Ah, i tampoc no solem modificar versions de peces que la gent ja està acostumada a sentir en la versió completa, sigui qui sigui l'intèrpret. 

Ens agradaria molt saber la vostra opinió sobre el tema i que ens expliquéssiu, és clar, la vostra experiència. Ja no ho direm a ningú!

DJ this Swing

dimarts, 2 d’agost del 2016

Los perfiles del hopper y la música

Es curioso cómo marca la música con la que aprenden a bailar los hoppers. Si en una academia y sus respectivas fiestas se pincha neoswing e incluso cosas más... digamos pop o soul, a los alumnos les cuesta muchísimo llegar a la interpretación de la música. Mucho menos que a los de la escuela donde se aprende básicamente con swing de big bands.

Pero llegar a la interpretación de la música, para mí el último escalón en el camino a la excelencia bailando, cuesta muchísimas horas de clases y de práctica social.

¿Cuáles son los escalones anteriores en el desarrollo del bailarín? ¿Qué es lo que yo interpreto que podemos pinchar para cada uno?


PRIMERO: bailamos el ritmo.

Step step triplestep o rock step triplestep. Es lo que tenemos que conseguir que se asimile cuando empezamos con el swing. Aquí siempre será mejor que los bailarines escuchen DummmDammmDumDaBummm que TU-KA-TU–TUKÁ. Es decir, será mejor el swing de big bands que el neoswing.

Pero muchos principiantes que están buscando que sus pasos vayan con la pulsación (en realidad piensan que buscan otra cosa, ya se darán cuenta de que el tándem no es “lo-más”), prefieren oír el TU–TUKÁ.

Por eso, si voy a pinchar en una escena constituida básicamente por principiantes, no descarto para nada el neoswing


o incluso grupos más de jump blues durante la fiesta.



Muy selectos, eso sí.

SEGUNDO: hacemos caso a los brillos, breaks, etc.

El bailarín empieza a escuchar de verdad la música que se le pone. Vamos bien. Se fija en que los músicos “hacen cosas”, y no parece muy coherente que los bailarines las ignoren y continúen con su step step triplestep contínuamente.

Si casi todos los bailarines han pasado ya a esta fase, el neoswing en una fiesta se cae de mi repertorio casi por completo, salvo algún tema muy concreto.

Dando por sentado que la base es el swing de big bands,




para dar variedad a la sesión, recurro al R&B de los 50




y a los grupos de New Orleans Revival.

TERCERO: incorporamos la melodía.

Creo que no es muy consciente este salto, salvo que el profesorado haga mucho hincapié en ello, pero llega un momento en el que el bailarín ya ha entendido y asimilado lo que son los “ochos” y los “seises”, y comienza a abandonarlos como referencia absoluta. Ya no necesita que sean su guía: ha incorporado el compás a sus constantes vitales y no piensa en términos de step step triplestep. De eso, a partir de ahora, se encarga su subconsciente.

Pero para bailar así, necesitamos que, además de la rítmica, la melodía tenga swing. Y aquí ya empieza a sobrar muuucha música.

Si alguien pregunta qué es que la melodía tenga swing, que escuche cómo canta Ella Fitzgerald el Shinny Stockings.



A continuación, que busque una versión del mismo tema por algún grupo de neoswing.

En términos generales, creo que no hay muchos vocalistas capaces de aportar swing a una banda, por lo que si el público ya está a este nivel, pincho básicamente música instrumental (sí: de big bands). 


CUARTO Y ÚLTIMO: interpretamos la música.

Cómo mola cuando, al acabar de bailar una canción, tu pareja de baile te dice: “esta canción te la sabes de memoria, ¿eh?”, y es la primera vez que la escuchabas.

Eso sólo pasa cuando el bailarín tiene tan interiorizadas las fases anteriores que se olvida de ellas sin abandonarlas. Lo mismo que un músico de jazz no tiene problema en tocar con otros por primera vez sin necesidad de partituras, un bailarín llega el momento en el que es capaz de sumarse a la canción. Como un músico más: puede bailar siguiendo cualquiera de los instrumentos, o puede incorporar otro sin que desentone.

Para este público, el abanico se vuelve a abrir. Hay jazzistas no integrados en la corriente “swing” del jazz que incorporan un swing excepcional.

Y también podemos en estos niveles ir al campo de la experimientación. Estoy pensando en algunos ratos de la banda de Dave Brubeck, y sus rupturas de los compases tradicionales. Tengo una versión recortada del Blue Rondó A La Turk (mi corte comienza en el 2:13 de la versión del disco, la parte con un compás más reconocible), que sólo oso pinchar si toooodos los bailarines están controlados y son, o muy buenos, o muy conocidos. Cuando al final del tema los músicos lo rompen todo varias veces con la música de la intro otra vez y ese 2+2+2+3, normalmente los bailarines se vuelven con cara de “pero ¿qué es esto?” a la cabina del DJ. Pero si continúan bailando integrándose en el cambio y sencillamente respondiendo a lo que Brubeck es capaz de proponer... entonces no se puede llegar más lejos. [Si queréis hacer el experimento con el tema de Brubeck, también conviene cortarlo antes de que acabe; yo lo hago dejando el corte en 3:39 de duración, hasta el 5:53 con un fadeout que no consigo que me quede muy bien, pero bueno: es para un vacile].

Donca
DJ de diferentes estilos de música, co-fundador de la escena swing en Vitoria-Gasteiz y de la Asociación Swingvergüenza, profesor de Lindy Hop en Pasotriple y organizador de eventos como Gastroswing o Sixtyswing.